STRAY

      Atención a su mezcla: mundo ciberpunk, robots y gatetes. Esto es lo que se le ocurrió a Blue Twelve Studio. ¿Por qué no se le ocurrió a nadie  semejante  combo? Bastó con que el juego tuviera una buena campaña de marketing y publicidad; el resto fue coser y cantar. Suficiente con poner a un gato común en la portada para que las redes sociales, llenas de imágenes y vídeos de estos felinos, se hiciera viral. La publicidad se hizo sola, retroalimentádose a sí misma ¿Quién puede resistirse a estos lindos seres? Muchos streamers, deseosos de captar followers a cualquier precio, se lanzaron a jugarlo en directo aunque no tuvieran ni idea de qué trataba el juego. El protagonista es un gato; con eso es suficiente.

      Stray ─extraviado─ es una aventura vista desde los ojos de un gato que se separa de su camada por culpa de un accidente. El felino, después de recuperarse de una tremenda caída, comienza a buscar una salida y se encuentra con una ciudad muerta pero plagada de unos seres llamados zurks que se comen todo lo que les pongan delante, tenga pelo o no. El gato consigue huir gracias a su agilidad hasta llegar a una ciudad ciberpunk habitada por unos robots de aspecto humanoide. Estos androides huyen a la carrera creyendo que nuestro felino es un zurk pero más tarde comprueban que lo más peligroso de nuestro protagonista son sus uñas y un sofá nuevo.

Uno se preguntará…¿cómo consiguen comunicarse un gato y un androide? Aquí es donde aparece un personaje acopladísimo a esta aventura: B12.
El gato huyendo de los zurks junto con B12

      B12 no es solo una vitamina de obligada dieta para cualquier vegano, en este juego se trata de un personaje tipo androide volador que hace de traductor entre el gato y el resto de robots. B12 va a todas partes con nuestro gato, como una especie de hada pegada a la ropa de Link en las aventuras de The Legend of Zelda. B12 es también un personaje-truco para jugadores torpes que nos ayuda a seguir la aventura, en caso de que uno esté demasiado perdido. Se apreta la cruceta y sale B12 para decirnos el siguiente paso en caso de estar más perdidos que un Papá Noel en la playa.

La dinámica del juego trata de ir avanzando en la aventura resolviendo sencillos puzles y destapando la trama. Cada diálogo va mostrando un poco lo que ocurre con los robots. Algunos de estos habitantes de cables y software preinstalado tienen su propia teoría de que están encerrados en una ciudad amurallada y hay algo más en el exterior, un exterior que desconocen. Algunos de los robots ansían conocer qué hay detrás de los muros. Podríamos asemejarlos a la gente humana con teorías conspirativas, o conspiranoias. Los robots que por sus santos chips deciden aventurarse fuera de los límites se hacen llamar "outsiders". 

      Los outsiders se consideran proscritos y una vez descubren lo que hay en el exterior no pueden regresar a la ciudad nunca más, ¿por qué? se presupone que para no levantar conciencias. El juego tiene un gran guiño a la historia de la humanidad y para colmo el gato es un mero testigo presencial de lo que ocurre alrededor, como en la vida real. Interactúa de manera indirecta en los asuntos de los robots, sin meter demasiado el hocico.  Les ayuda a recuperar pertenencias, enviar mensajes, reparar componentes eléctricos ¿reparar componentes eléctricos…un gato? Sí, no olvidemos que hablamos de un videojuego. A veces la imaginación hay que dejarla volar.

      Un videojuego y su protagonista un gato ¿qué habilidades tiene? qué hace? ¿dispara kamehames? No, hace lo de cualquier gato: correr, saltar, maullar, rascarse las uñas en superficies, fregarse en las piernas de otros, tirar objetos empujándolos desde alturas superiores,... Este es nuestro personaje. El salto, la habilidad más importante de nuestro felino, es un salto contextual. Para subir o bajar a un saliente basta con reorientar la cámara al lugar hasta que aparece una equis ─en caso de PlayStation─. Esto le da al juego una exploración vertical de los mapas. El gato se sube por los tejados para alcanzar otros lugares. Pero la habilidad de saltar no es libre, para que nos entendamos, el gato no llega a algunos tejados. Los programadores así lo decidieron porque “un gato siempre cae de pie” y no es concebible que pegue brincos, sin ton ni son, algunos de ellos fallándolos a propósito como haría un jugador con el mando. Una idea acertada, si lo pensamos bien, y que no entorpece la exploración. El jugador es libre de ir a donde le plazca, siempre y cuando el gato pueda llegar de un salto.

      Una historia demasiado corta. ¿Qué pasa al final con el gatete? Vuelve con su camada? ¿hay humanos que le mimen? ¿se pierde y no regresa nunca más? Perdido ya está desde el principio de la aventura y de humanos de momento ni rastro. No vamos a destripar muchos detalles, por si el lector no lo hubiera jugado aún, pero sí se puede decir que Stray deja con ganas de más, y dado su éxito creemos que una segunda entrega podría materializarse en un futuro.


Calificación: muy interesante