DEADLIGHT (Xbox360, Ps4, PC)…año 2012. La moda zombi estaba
a flor de piel, y las compañías explotaron la idea en todos sus ámbitos
(cómics, libros, películas y videojuegos) llegando a cansar al personal. La
compañía española Tequila Works no quiso ser menos. Diseñó el juego Deadlight
(luz muerta), un juego indie con el que ha cosechado cierto éxito aún
tratándose de un género saturado en aquellos años. ¿Cómo lo hicieron? Con la
industria del videojuego en expansión aún sigue habiendo gente que adora con añoranza los
gráficos 2D.
Tequila Works lo sabe muy bien, y es aquí donde ha sacado partido de
Deadlight; un juego en acción lineal con desplazamiento lineal (side-scrolling)
como antaño ofrecieron joyas como Flashback o Another World que muchos
veteranos jugadores conocen. Los
españoles del equipo Tequila Works a los que queremos hacer mención (Raúl
Rubio, Antonio Rojano, Abel Oroz y Pablo Fernández, entre muchos otros) han
dado de pleno en un mercado cada vez más complicado. Es obvio que el juego se inspira en otras obras cinematográficas o novelas, pero es que está todo inventado en el mundo de los muertos vivientes.
Deadlight nos transporta hasta 1986 en la ciudad de Seattle donde el protagonista Randall Wayne se enfrasca en una odisea para ir al reencuentro de su familia. El apocalipsis zombi ha estallado. Randall, un guardabosques canadiense de poca monta se nos presenta con barba descuidada y ropa de vagabundo. Se dirige a Seattle donde presuntamente está su familia bajo resguardo de un safe point del Gobierno yanqui. Al poco de llegar, descubre que la ciudad está desamparada sin rastro del refugio prometido. Los habitantes de Seattle son ahora unos humanos infectados famélicos que el juego los denomina como “Sombras” para no quemar el término zombi. La historia es narrada con viñetas al estilo cómic que se conjuntan con escenas del motor del juego pero sin perder su ángulo 2D.
Deadlight nos transporta hasta 1986 en la ciudad de Seattle donde el protagonista Randall Wayne se enfrasca en una odisea para ir al reencuentro de su familia. El apocalipsis zombi ha estallado. Randall, un guardabosques canadiense de poca monta se nos presenta con barba descuidada y ropa de vagabundo. Se dirige a Seattle donde presuntamente está su familia bajo resguardo de un safe point del Gobierno yanqui. Al poco de llegar, descubre que la ciudad está desamparada sin rastro del refugio prometido. Los habitantes de Seattle son ahora unos humanos infectados famélicos que el juego los denomina como “Sombras” para no quemar el término zombi. La historia es narrada con viñetas al estilo cómic que se conjuntan con escenas del motor del juego pero sin perder su ángulo 2D.
Nuestro protagonista empieza la andanza junto con otros
supervivientes. Uno de ellos es liquidado nada más empezar por el mismo Randall
al primer síntoma del virus zeta. Ni se lo piensa. Le da plomo como medicina.
"Habían dos cosas clave en la propuesta de Tequila Works; una era que debía tratarse de un juego de zombis. La otra era que la historia tenía que ocurrir en los años 80's" Antonio Rojano, director narrativo de Deadlight.-
La aventura transcurre de izquierda a derecha del escenario 2D incorporando pequeños puzzles para evitar la rutina. El
enfrentamiento directo con los infectados no es aconsejable pues Randall Wayne
tiene una resistencia limitada, se cansa al luchar como cualquier mortal. A
veces, va equipado únicamente de un hacha como arma. La munición de pistola
escasea y los puzzles no se resuelven a fogonazos. Estos elementos, acompañado
de un buen diseño gráfico, son lo que hacen triunfar a Deadlight en el mercado
por encima de otros juegos de zombis. Es entretenido de principio a fin. No es un arcade al uso, sino más bien un
survival indie adulzado para que te lo termines. Apenas tiene funciones de red (sólo marcadores de puntuación). Los programadores han querido crear aislamiento en el jugador ante el desafío del apocalipsis zeta. Su ambientación nos sumerge en la soledad. Vemos a nuestro superviviente pasear por las calles de Seattle
solo con escenarios ruinosos de fondo. No hay vida.
Por supuesto, nos encontramos con otros
humanos (no infectados) que aprovechan el caos social para implantar su ley del
más fuerte, o sea, peores que los infectados. Deadlight tiene un característico
tono gris, tanto en sus gráficos como en la historia de Randall, que sumerge al
jugador en un mundo tétrico. A parte de lo mencionado, Randall es un tipo
peculiar con sus idas de olla. El hecho de que sea lineal no tiene porqué crear
prejuicio en el usuario. El juego plantea situaciones diversas aunque las
pantallas sean de scroll en 2D . Es una pena que sea un juego ligeramente corto
con un final abrupto. No le salva el tener coleccionables (encontrar trozos de
un diario) o un modo supervivencia contra hordas. Una vez completada la
campaña, se desbloquea el modo nightmare donde la dificultad aumenta a la vez
que disminuyen los puntos de guardado, lo que puede ser insuficiente para motivar
su rejugabilidad. También hay que recordar que se trata de un proyecto indie a
un precio de 20 euros. Es una buena elección para pasar el rato si uno está apurado.
Juego en gráficos 2D e historias contadas con dibujos de cómic además de un buen diseño artístico. El equipo de Tequila Works ha conseguido superar a juegos triple A. |
Piensa rápido…
Hay momentos en los que Randall se encuentra de sopetón con
una situación angustiosa, como quedarse encerrado. El jugador es obligado a tomar decisiones deprisa si
quiere continuar vivo. Un zombi nos puede venir de la nada a pedirnos comida,
algunos están ocultos en el escenario.
Luchar, el último recurso
Ir a mamporrazo limpio no es aconsejable, de hecho, no debe ser una
opción tomada a la ligera. El personaje tiene una barra de salud más otra de
resistencia que veis bajar a toda velocidad si os ponéis a golpear a un
infectado. Hay armas de fuego pero con poca cartuchería. Lo mejor es evitar la confrontación
siempre que uno pueda, guardar munición y explorar bien los entornos. No es un
juego difícil.